En esta escuela, no podemos negar la influencia de Gianni Rodari tanto en nuestros planteamientos pedagógicos como en la creatividad que nos mueve a la hora de proponer tareas individuales y trabajos colectivos.
Su Gramática de la fantasía es el libro de cabecera de la escuela, donde Libélula suele descansar, las pocas horas que detiene el aleteo.
La pedagogía de la imaginación es la tierra donde hemos construido nuestra casa. Y, por ello, no podemos dejar de rendirle tributo. A ser posible, con buen humor y sin grandilocuencias, como a nuestro maestro le hubiera gustado.
Decía Rodari que «la fantasía no está en oposición a la realidad», sino que «es un instrumento para conocer la realidad» y que es «un instrumento que hay que dominar»*
«Se puede contemplar el mundo a la altura del hombre, pero también desde lo alto de una nube (con los aviones es fácil). Se puede entrar en la realidad por la puerta principal o escurrirse en ella —es más divertido— por una ventanita. [...] Por medio de las historias y de los procedimientos fantásticos que las producen, nosotros ayudamos a los niños a entrar en la realidad por la ventana, en vez de hacerlo por la puerta. Es más divertido y por lo tanto más útil.»**
Y nosotros somos de la opinión que también es más divertido para un adulto entrar en la realidad por una ventana, quizá le cueste más, por aquello de que los huesos ya no son tan flexibles, pero ese esfuerzo bien vale la pena si encaras la vida desde el marco de una ventana que te ofrece una visión nueva de lo ya vivido. Si te subes a una nube, la panorámica ya no tiene precio.
Hace cincuenta años, Rodari decidió encaramarse al tejado de una casa, como el mismísimo Don Gato, para contarnos 70 relatos cortos, cargados de surrealismo, magia e imaginación. Relatos críticos con el mundo y el ser humano, pero divertidos, porque la mejor forma de aprender es con una sonrisa. Agrupó a estas 70 historias en un libro que tituló Cuentos por teléfono y las unió gracias a un marco: el del señor Bianchi que, por culpa de su trabajo, es viajante, se ve obligado a estar fuera de casa mucho tiempo, por lo que decide llamar por teléfono a su hija y contarle un cuento cada noche.
Cada noche acostada en la cama, mi madre me leía uno de los cuentos de Rodari. Yo dormía con una sonrisa. Y aceptaba que al mundo había que cambiarlo, porque no todo funcionaba bien. Cuando se acabaron los cuentos de Rodari, siguieron los de muchos otros. Cada noche, un cuento. Cada sueño, un mundo distinto.
Gracias a este aniversario, la editorial Juventud ha presentado una nueva edición con ilustraciones de Emilio Urberoaga, que os recomendamos con saltos y aleteos.
*Conferencia Scuola di Fantasía, 17 de abril de 1974, publicada en Riforma alla scuola, vol. 27, N° 5, pág. 24. Traducción de Odette Smith. Texto citado en Gianni Rodari: valores democráticos, realismo y fantasía, por Odette Smith. En Espacios para la lectura N° 3-4, pág. 12.
**Rodari, Gianni: Gramática de la fantasía; Roberto Vicente Raschella (trad.), Buenos Aires: Colihue/ Biblioser, 2000.
Nuestros Agradecimientos a Escuela de fantasia por cedernos generosamente este post
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