lunes, 9 de enero de 2012

La señora de los libros


Heather Henson. Ilustraciones de David Small.
Editorial Juventud.

Cal es un chico que vive con su familia en una modesta granja en lo alto de los Montes Apalaches. Él, que debe realizar las tareas propias de la vida rural, no entiende por qué su hermana se la pasa “el día entero enfrascada en algún libro” sin hacer nada. Y mucho menos entiende a esa señora que, montando una yegua alazana, llega hasta su casa a traer libros que ni siquiera vende “porque no cuestan dinero, como no cuesta dinero el aire”. El tesón de la señora de los libros, que sin importar el estado del clima se acerca cada quince días a cambiar los viejos libros por otros, termina por horadar la máscara de desprecio que envuelve a Cal, algo deben tener esos libros para que en plena nevada la señora venga a traerlos. Así, Cal le pide a su hermana que le enseñe a leer, y ya no importa que el invierno sea largo o que afuera nieve.


La señora de los libros es un hermoso libro que está basado en un hecho real, el Proyecto Biblioteca a Caballo, fundado por Roosevelt en el marco del New Deal. Cientos de mujeres se movilizaban, a pesar de los bajos sueldos, el estado de los caminos y las malas condiciones climáticas para acercar libros a las casas de los habitantes de los Montes Apalaches. Heather Henson acierta con el tono de la narración; el punto de vista del muchacho, fielmente trazado, nos muestra la dificultad de comprender el valor de la lectura y las barreras muchas veces existentes entre los jóvenes y el objeto libro. Los celos, la incomprensión y la dureza de la vida de la granja son contados con naturalidad, sin recargar las tintas ni forzar la historia.


Las ilustraciones de David Small, en acuarela con contornos de lápices subrayan la majestuosidad y la soledad de los Apalaches. La expresividad de los rostros endurecidos por la vida de trabajo, contrastan con la suavidad del paisaje. Las ilustraciones coinciden con el tono de la narración, la descripción de la vida modesta, de la familia apiñada en una cabaña de una sola habitación “como sardinas en lata” es mostrada en un segundo plano respecto a los protagonistas y fluye con naturalidad del relato gráfico. La decisión de no dibujar el rostro de la señora de los libros acentúa la voluntad de estos héroes anónimos que no vacilaban ante nada con tal de promocionar la lectura. Las ilustraciones tienen un dejo a los mejores comics norteamericanos (John Byrne´s Next Men sobre todo) lo cual acerca el libro a los adolescentes de hoy.

 La señora de los libros es una hermosa puerta a la aventura de leer.


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