El respeto por la diversidad tratado con la simpleza de las figuras geométricas.
Una lectura de Por cuatro esquinitas de nada,
de Jérome Ruillier (Editorial Juventud).
Por *Coni Salgado.
¿Puede un libro para niños tener de protagonistas a un Cuadrado y varios Redonditos? ¿Puede generar reflexión apenas se inician sus páginas? ¿Puede llegar a emocionarnos una historia entre figuras geométricas?
Me gustan los libros que no intentan dejar mensajes, sin embargo, este lo hace desde el inicio de manera sutil. De todas formas, lo que me atrapó fue el desarrollo de la trama en sí, la búsqueda de resolución de un conflicto que se refleja a diario en múltiples ejemplos de vida.
En este libro se cuenta la historia de un cuadradito al que le gustaba mucho jugar con un grupo de redonditos. Juegan, comparten, hasta que llega la hora en que los redonditos deben volver a la casa grande. En este punto, ya puede observarse al cuadradito, aisaldo del grupo. Diferente.
Varios pensamientos corrieron por mi mente al momento de leer cada página. Hace unas semanas asistí a la presentación de un libro. Estaba escrito por un chico que desde la cárcel dejó volar su imaginación hasta convertirse en un poeta impresionante. Se volvió libre de sus propios miedos y rompió estructuras demostrando que no todo está perdido. Que se puede cambiar y que el arte es una llave poderosa. Al escucharlo referirse sobre su reinserción en la sociedad dijo: “¿Reinsertarme? ¿A dónde? Si nunca estuve inserto…”
Por cuatro esquinitas de nada, me recordó a él. Tal vez, también me recordó a mí, y a unos cuantos más.
Pobres, ricos, negros, blancos, gordos, flacos, judíos, cristianos, izquierda, derecha y a veces los humanos somos víctimas nuestra propia estupidez.
Por cuatro esquinitas de nada cuenta una historia de amistad, de madurez, de valor.
Tras la preocupación de los redonditos porque el cuadrado no puede entrar en la casa grande, el cuadradito realiza inmumerables esfuerzos por alargarse, doblarse, y estirarse con el fin de cambiar, pero sin éxito llega a la frustración. Continúa siendo un cuadrado. Y la puerta de la casa grande, redonda.
Y cuando la historia parece no tener final feliz, los redonditos descubren que no se trata del cuadrado. Que la solución no se relaciona con cambiar su esencia. Que la respuesta, y tal vez, todas las respuestas se encuentren en la acción. En un espacio, en un lugar común, cercano al amor, cercano a la posibilidad y porque no, al respeto por las capacidades diferentes, por los orígenes…
El escritor e ilustrador de este libro, Jérome Ruillier, logra transmitir con total simpleza la emoción de una idea. Tal vez, el secreto, no se encuentre en el logro de la igualdad, sino en la aceptación de las diferencias. En la proyección de un intercambio en el que no falte nadie, en el que se incluya a todos. Increíblemente, la igualdad vendrá sola y tendrá todas las formas de mundos posibles.
Quizá, se trate tan solo de eso… de modificar estructuras, de abrir puertas… Curar heridas.
*Coni Salgado, nací en La Plata, llegue un 21 de diciembre con el verano. Tuve una infancia feliz y me llene de amigos de esos que duran toda la vida. Amo la niniez y la literatura. Soy maestra maternal y de infantes desde hace cauarto de vida. Soy alumna de Graciela Repun y sus talleres deliciosos donde se respira arte exquisito. Escribo resenias para la revista Cultura LIJ y para el blog de la librería y editorial Eterna Cadencia. Soy creadora y editora del blog de arte y literatura infantil "La luna naranja", desde allí he fusionado el arte de escritores e ilustradores de Lij mediante publicaciones inéditas.
Fuente: Eterna Cadencia, casa tomada por escritores.
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